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Comunicación, enseñanza y aprendizaje de la palabra de Dios (página 2)



Partes: 1, 2, 3, 4

Este libro presenta
cómo prepararnos para enseñar La Palabra de Dios, y
su importancia no solo de aprenderla sino de aplicarla en
nuestras vidas, para que sobre todo, con nuestros testimonios
enseñemos a los aprendices.

Nos explica porqué La Biblia es básica
para la
educación cristiana. Leemos en la Biblia el
mandamiento de enseñar a nuestros hijos La Palabra de
Dios; Proverbios 22:6 nos exhorta diciendo "Instruye al
niño en sus caminos, y aún cuando fuere viejo no se
apartará de El"1. También, a criarlos en la verdad
de Jesucristo como afirma Efesios 6:4 "Y vosotros, padres, no
provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en
disciplina y
amonestación del Señor" 1.

Es la misma Palabra poderosa la que opera esta
obediencia en nosotros; así que, como educadores, debemos
pedir constantemente la dirección del Espíritu
Santo a fin de ayudarles a desarrollarse y crecer de manera
que sean capaces de vivir en el mundo como amigos y siervos
fieles a Dios, responsables en Cristo Jesús, vivir en
obediencia a su voluntad y darle siempre la gloria a
Él.

El objetivo
general de esta obra es enseñar los fundamentos de la
Educación
Bíblica Cristiana para poner en marcha un programa de
educación eficaz en las iglesias de Cristo.

También quisiera describir algunos objetivos
específicos, como:

  • Tener claridad sobre la esencia de la
    enseñanza bíblica cristiana.

  • Identificar los fines de la enseñanza
    bíblica cristiana.

  • Reconocer los factores que influyen en el proceso de
    enseñanza – aprendizaje.

  • Poner en marcha un programa de educación
    bíblica cristiana eficaz en las iglesias de
    Cristo.

  • Instruir al educador cristiano acerca de cuál
    debe ser su perfil como tal.

Descripción

Desde el Antiguo
Testamento vemos la necesidad de la enseñanza de La Palabra, pues nos
encontramos con pasajes que muestran las consecuencias negativas
y catastróficas que se tienen por la falta del conocimiento
de La Palabra de Dios; por ejemplo Jeremías 10:14 indica
"toda persona se
embrutece por falta de conocimiento"1, luego, al aumentar la
ignorancia de La Palabra de Dios el pueblo "es destruido porque
carece de conocimiento" Os. 4:6. En un versículo paralelo
en el libro de Isaías se muestra un
problema mayor, "la falta de entendimiento" 1; es decir, que a
pesar de haber enseñanza de La Palabra, el pueblo no era
capaz de entenderla. Isaías 5:13.

Lamentablemente existen razones por las que parte del
pueblo de Dios es engañado, porque hay ministros que lejos
de transmitir una prédica sobre la base de La Biblia, lo
hacen sobre la base de humanismo,
filosofías, paganismo, doctrinas de hombres, diversas y
extrañas doctrinas, incluso algunas de las cuales son
doctrinas de demonios.

Por tal razón es necesario contar con herramientas y
métodos
bíblicos, por medio de los cuales trasladar el mensaje de
La Palabra de Dios, y es en ello donde este documento será
de ayuda al Cuerpo de Cristo.

Pero La Palabra dice que "Dios no puede ser burlado"
(Gálatas 6:7) y hoy en día mundialmente vemos
cómo su Palabra se está cumpliendo en el sentido de
que se está difundiendo a través de la alta
tecnología, cumpliéndose así
la afirmación de nuestro Señor Jesucristo, quien
dijo en Mateo 24:14 "Y será predicado este evangelio del
reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y
entonces, vendrá el fin" 1. Este libro es, pues, un aporte
para que, obedeciendo la visión de Dios, se cumpla su
palabra a través de mi vida.

Esta obra consta de siete capítulos y cada uno de
ellos te será de utilidad para que
puedas cumplir con el mandamiento de la Gran Comisión,
propósito de Dios en tu vida.

Es necesario, para una mejor comprensión, que
verifiques los versículos citados. Y cuando leas cualquier
tema con versículos escudríñalos; esto te
ayudará a irte familiarizando con ellos y los
recordarás en un momento determinado, cuando tengas que
amparar con ese mismo versículo, algún estudio que
estés elaborando.

ANÁLISIS GENERAL

La
auténtica
comunicación de la palabra de
Dios

A- LA COMUNICACIÓN ES EL PLAN DE
DIOS:

Hemos visto la sabiduría que Dios ha dado al ser
humano, para descubrir los avances de la tecnología
de información y comunicación, los cuales están
revolucionando todas las esferas de pensamiento y
actividad humana. Lo confirmamos con los fenómenos
tecnológicos de nuestro tiempo como la
tecnología telefónica y celular, el mundo del
software y
hardware, la
tecnología satelital, entre otros.

La iglesia
cristiana ha despertado a la necesidad de integrar la comunicación
social en su acción
evangelizadora. Una muestra de ello es el creciente interés
por parte de sus líderes pastorales a crear organizaciones
para atender este importante campo, los avances de sus medios de
comunicación en la radio, los
audiovisuales, el mundo de la informática y otros. Sin embargo, si vemos
el grado de corrupción del mundo de hoy, todavía
queda mucho qué hacer.

Pero lamentablemente, existe todavía un
déficit cultural en nuestra Iglesia en el mundo cambiante
de hoy, ya que aún ésta no ha logrado asumir, en
toda su dimensión, estas obras que Dios ha creado y que el
ser humano ha descubierto. Esto se refleja en actitudes como
la desconfianza, miedo, falta de convencimiento y también
en la falta de capacitación en el empleo de
estos medios para la
obra evangelizadora. Ya no se diga en la adquisición de
los equipos y programas. Por
ello se hace necesario el esfuerzo de los líderes
cristianos, no sólo hacia una mayor conciencia de la
importancia de la
comunicación social en la Iglesia, sino una
campaña sostenida de alfabetización
tecnológica en la misma, que no consiste sólo en
adquirir y aprender a usar el hardware (instrumentos o aparatos),
sino también en adiestrarse sobre la gran variedad de
software (programas) existentes y sobre todo, capacitar sobre
cómo enseñar Las Sagradas Escrituras.

Es importante, por tanto, comprender que la
comunicación social en la evangelización, es parte
del plan de Dios y de su proyecto de
salvación. Dios mismo se constituye en fuente y modelo de toda
comunicación. Tal es la entrega de su Hijo
Unigénito Jesucristo-. Esta gran prueba de amor, la
revelación y la alianza con el Espíritu Santo son
los tres pilares fundamentales del modelo de comunicación
de la Iglesia.

Este modelo lo vemos presente desde el acto creador del
Padre, expresado en Génesis capítulo 1; llega a su
culminación con la encarnación del Hijo de Dios,
el amor de
Dios hacia la humanidad y de éste hacia su creador; y
continúa en la acción evangelizadora de la
Iglesia.

B.- EL ESPÍRITU SANTO EN LA
COMUNICACIÓN DE LA IGLESIA:

La comunicación social en la Iglesia puede darse,
gracias a la iluminación y dirección creativa y
poderosa del Espíritu Santo, estrategias de
lenguaje,
capacidades y nuevas formas de anunciar el evangelio de las
buenas nuevas.

Formas de comunicación de Dios con la
humanidad:

Primero, Dios creó al ser humano a su imagen y
semejanza, como lo afirma Génesis 1:27 "Y creó Dios
al hombre a su
imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra
los creó". Luego lo llama a ser su hijo. 1 Juan 3:1 "Mirad
cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados
hijos de Dios, por eso el mundo no nos conoce, porque no le
conoció a él". Proverbios 23:26 "Dame, hijo
mío, tu corazón, y
miren tus ojos por mis caminos" 1. Tú ya has sido formada
en el vientre de tu madre por la misma mano poderosa de Dios,
¿quieres ser su hijo (a)? ¡Continúa leyendo y
lo lograrás, en el nombre de Jesús!

Segundo, el modelo de comunicación divino
más sublime llega a su culminación, cuando por
amor, Dios mismo se encarna en hombre, para morir por los pecados
de la humanidad y vencer las potestades de las tinieblas al
resucitar al tercer día de la tumba. Romanos 5:8 "Mas Dios
muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros". Colosenses 2:15
"…y despojando a las principados y a las potestades, los
exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la
cruz" 1.

Jesucristo es el modelo del perfecto comunicador; nos
comunica su amor y su deseo de que amemos, sirvamos y nos
perdonemos unos a otros. 1 Pedro 4:8 "Y ante todo, tened entre
vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud
de pecados". 1 Juan 4:8 "El que no ama, no ha conocido a Dios;
porque Dios es amor". Gálatas 5:13 "Porque vosotros,
hermanos, a libertad
fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como
ocasión para la carne, sino servíos por amor los
unos a los otros". Efesios 4:32 "Antes, sed benignos unos con
otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como
Dios también os perdonó a vosotros en Cristo"
1.

Nos enseña y nos llama a entregarnos sin pensar
en nosotros sino en el otro. 1 Corintios 10:24 "Ninguno busque su
propio bien, sino el del otro". A amar y perdonar a los que nos
hacen daño.
Lucas 6:27 "Pero a vosotros los que oís, os digo: amad a
vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen". Mateo 6:14
y 15 "Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os
perdonará también a vosotros vuestro Padre
celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas,
tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas". Todo
esto se encierra en la Regla de Oro ordenada
por el mismo Jesucristo, en Mateo 7:12 "Así que, todas las
cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros,
así también haced vosotros con ellos; porque eso es
la ley y los
profetas" 1.

Tercero, Dios comunica a la humanidad su deseo de
otorgarle poder y
fuerza
vivificadora para prolongar su salvación al hombre hasta
el final de los tiempos, a través del bautismo del
Espíritu Santo. Joel 2:28 "Y después de esto
derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y
profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros
ancianos soñarán sueños, y vuestros
jóvenes verán visiones". Hechos 1.8 "Pero
recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el
Espíritu Santo, y me seréis testigos en
Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo
último de la tierra" 1.
¿Ya recibiste el bautismo del Espíritu Santo?
¿Has sido testigo de lo que ha hecho Jesucristo en ti? No
es necesario que vayas a otros países, empieza por
testificarle a los que te rodean; si no tienes compasión
por los que están cerca de ti, no puedes demostrar
interés por los que están lejos y ni
conoces.

Él envía a su iglesia con este poder a
proclamar su Palabra, a sanar enfermos y liberar a los cautivos.
Lucas 9:1 y 2 "Habiendo reunido a sus doce discípulos, les
dio poder y autoridad
sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades. Y los
envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los
enfermos". ¿Eres tú discípulo de
Jesús? Entonces, ya recibiste ese poder y esa autoridad;
adelante, ve y actúa! Pero ¿Sabes?, no sólo
los discípulos pueden ejercer este ministerio, recuerda lo
que dijo Jesús en Marcos 16:15 "Y estas señales
seguirán a los que creen: en mi nombre echarán
fuera demonios; hablarán nuevas lenguas;
tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa
mortífera, no les hará daño; sobre los
enfermos pondrán sus manos, y sanarán" 1.
¿Quiénes dice el Señor que harán todo
esto? Los que creen; ¿tú crees que el nombre de
Jesús es capaz de obrar a través de tus manos y que
tiene el poder para hacerlo? ¡Procede, entonces!

Hay otra cosa que debemos tomar en cuenta: el
Espíritu Santo, es el que dota a su pueblo con sus dones:
1 Corintios 12: 7-11 "Pero a cada uno le es dada la
manifestación del Espíritu para provecho. Porque a
éste es dada por el Espíritu palabra de
sabiduría; a otro, palabra de ciencia
según el mismo Espíritu; a otro, fe, por el mismo
Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo
Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro,
profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a
otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas
cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada
uno en particular como él quiere". ¿Para qué
dice que el Espíritu nos da los dones? Para provecho de
los demás. Y qué sucede si no los usamos para
provecho? Dios nos pedirá cuentas. Mateo
25:19 "Después de mucho tiempo vino el señor de
aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos". Y
qué hizo al que no cultivó el talento? Mateo 25:28
"Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos.
¿Por qué debemos persistir en cultivar los dones? 1
Timoteo 4:14-16 "No descuides el don que hay en ti, que te fue
dado mediante profecía con la imposición de las
manos del presbiterio. Ocúpate en estas cosas; permanece
en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. Ten
cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues
haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te
oyeren" 1. Para nuestra salvación y la de los
demás.

El Espíritu Santo nos provee de talentos, y,
sobre todo, dispone al creyente para ser instrumento de Dios para
su obra salvadora, según los dones que haya recibido.
Así que si ya has recibido el don para servir al
Señor, empieza a actuar, si no, pídeselo en
oración y Él te lo dará porque su
propósito es usarte para hacer sus obras y sea Dios
glorificado. Pero no olvides, todo es en el nombre poderoso de
Jesús, no en nuestras fuerzas o habilidades. Recuerda lo
que dice 1 Pedro 4:10 y 11 "Cada uno según el don que ha
recibido, minístrelo a los otros, como buenos
administradores de la multiforme gracia de Dios. Si alguno habla,
hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra,
ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios
glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el
imperio por los siglos de los siglos. Amén" 1. Ves, dice
según el don que ha recibido, y ¿Quién debe
ser glorificado? Únicamente Dios, no nosotros, porque todo
lo hacemos con su poder, y por su misericordia nos
usa.

El Espíritu Santo es, por tanto, el protagonista
y animador de la tarea misionera de la Iglesia. Así que al
servir, debemos antes invocar con perseverancia su presencia e
iluminación, convirtiéndolo en nuestra principal
fuente de inspiración y poder. 1 Tesalonicenses 1:5 "Pues
nuestro evangelio no llegó a nosotros en palabras
solamente, sino también en poder, en el Espíritu
Santo…" Romanos 8:14 "Porque todos los que son guiados por
el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios"
1.

El Predicador,
instrumento de comunicación

El Pastor José M. Martínez2 publica en el
boletín Pensamiento Cristiano, una serie de respuesta a
inquietudes que él mismo se plantea, las cuales
serán de mucha ayuda en este caminar.

El Espíritu Santo podría usar directamente
La Biblia para la conversión de los hombres y la
edificación de la Iglesia, y a veces así lo hace
excepcionalmente. Pero por regla general se vale de medios
humanos, entre los cuales el predicador y educador ocupa lugar
especial.

A.- ¿ES POSIBLE HALLAR UNA PERSONA
IDÓNEA PARA COMUNICAR EL MENSAJE DIVINO?

Ante la excelencia de La Palabra y la magnificencia
aún mayor del Dios que la ha dado, cualquier capacidad
humana es ineptitud. ¿Quién puede considerarse apto
para lograr que a través de sus palabras los hombres oigan
la voz viva de Dios mismo? Que esto suceda es un misterio y un
milagro atribuible a la gracia divina, no a mérito alguno
del predicador. (Efesios 2: 8-9) "Porque por gracia sois salvos
por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;
no por obras, para que nadie se
gloríe"1.

Sin embargo, es imprescindible un mínimo de
idoneidad por parte de quien comunica a otros La Palabra divina.
La predicación no es una simple exposición
de la verdad contenida en las Sagradas Escrituras. Tal tipo de
exposición puede hacerla incluso una persona no creyente o
desobediente a Dios. Los mensajes proféticos de Balaam
fueron irreprochables en cuanto a su contenido (Números.
23-24). Caifás estuvo atinadísimo cuando hizo su
afirmación sobre la conveniencia de que un hombre muriera
por el pueblo (Juan. 11:50-5) "…ni penséis que nos
conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la
nación
perezca. Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era
el sumo sacerdote aquel año, profetizó que
Jesús había de morir por la nación…". Aun los demonios
anunciaban una gran verdad cuando daban testimonio del Santo de
Dios (Marcos. 1:24) "… ¿qué tienes con
nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para
destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios"; Y la
adivina dijo otra gran verdad en Hechos 16:17-18 "Esta, diciendo
a Pablo y a nosotros, daba voces,
diciendo: estos hombres son siervos del Dios Altísimo,
quienes os anuncian el camino de salvación" 1. Pero
ninguno de estos predicadores mereció la aprobación
de Dios.

El verdadero predicador, sean cuales sean sus defectos y
limitaciones, ha de estar identificado con el mensaje que
comunica. Debe reverenciar y amar a Dios, respetar y aceptar su
Palabra. Ha de haber tenido una experiencia genuina de
conversión y dedicación a Cristo en respuesta a su
llamamiento. Tiene que ajustar su vida -aunque no llegue a la
perfección absoluta- a las normas morales
del Evangelio, ha de amar sinceramente a los hombres. Ha de
reflejar la imagen y el espíritu de su
Señor.

B.- ¿QUÉ LUGAR DEBE OCUPAR EN LA
PREDICACIÓN LA EXPERIENCIA DEL PREDICADOR?

Debe quedar muy claro que somos llamados a predicar a
Cristo, no a nosotros mismos, (2 Corintios. 4:5; C de R) "Porque
no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como
Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de
Jesús". La Palabra, no nuestras experiencias, debe
constituir la esencia del sermón. Las experiencias del
predicador, usadas moderadamente y con cordura, pueden ser
ilustraciones útiles, pero nunca deben ocupar lugar
preponderante.

Y a pesar de esto, la experiencia del mensajero de
Cristo es de importancia decisiva. Sólo quien ha gustado
lo delicioso del pan de vida puede ofrecerlo a otros con
efectividad. Únicamente quien ha tenido vivencias
auténticas de la energía transformadora del
Evangelio puede afirmar sin vacilaciones que "es poder de Dios
para dar salvación a todo aquel que cree" y esperar que
sus oyentes tomen sus palabras en serio. Pero no es el testimonio
oral que sobre sus experiencias puede dar el predicador desde el
púlpito lo que más vale, sino lo que de ellas se
trasluzca a través de su vida.

C.- ¿PUEDE PREDICAR QUIEN PASA POR UNA
EXPERIENCIA DE CRISIS
ESPRIRITUAL?

Toda crisis indica un estado de
inestabilidad. No se ha llegado a posiciones fijas, definitivas.
No es inmersión en la incredulidad por pérdida de
la fe o entrega al pecado con
cese de toda lucha. Es más bien una situación de
conflicto, de
angustia, de depresión
incluso. Pero la fe se mantiene; las dudas son pájaros que
revolotean sobre la cabeza sin llegar a hacer nido en ella; en el
corazón sigue ardiendo la llama del amor a Cristo; La
Biblia no ha dejado de ser el objeto predilecto de lectura y
meditación.

En estos casos no sólo se puede seguir
predicando, sino que, el hacerlo puede contribuir muy
positivamente a la superación de la crisis. En el
púlpito, el predicador sincero tiene experiencias tan
claras como inefables de la presencia y el poder del
Espíritu Santo, el cual le habla a él tanto o
más que a la congregación y convierte La Palabra en
fuerza maravillosamente renovadora. Sólo cuando la crisis
se prolonga y debilita demasiado al predicador, puede ser
aconsejable que éste cese temporalmente en su responsabilidad en el púlpito a la par que
busca medios adecuados de recuperación.

D.- ¿SE PUEDE PREDICAR SOBRE PUNTOS QUE EL
PREDICADOR NO APLICA EN SU PROPIA VIDA?

Omitir esos puntos sería cercenar La Palabra de
Dios. Exponerlos, puede dar lugar a la hipocresía, falta
intolerable en el mensajero del Señor. No es moralmente
posible exhortar a los oyentes a una vida de oración si el
predicador apenas ora en privado; o a la generosidad, si
él es atenazado por el egoísmo; o al esfuerzo de
una dedicación plena a Cristo, si él no da ejemplo
de ello.

Ante tal inconsecuencia, el predicador debe buscar toda
la ayuda de Dios para conformar su vida a las enseñanzas
de La Palabra. Debiera estar en condiciones de poder decir como
Pablo: "Sed imitadores de mí, así como yo lo soy de
Cristo" (1 Corintios. 11:1). Si es consciente de que no ha
alcanzado tal meta y si ha de predicar sobre un texto que pone
al descubierto algún punto débil de su vida
cristiana, no ha de tener inconveniente en reconocerlo
públicamente e indicar de algún modo que él
mismo también se incluye entre aquellos a quienes se
dirige el mensaje. Esto es doblemente positivo, pues no
sólo libra al predicador de dar una falsa impresión
de sí mismo, sino que, ante la confesión de sus
propios defectos, aunque parezca paradójico, la
congregación se sentirá alentada. Los
"superhombres" espirituales anonadan. Los hombres de Dios que,
como Elías son "de igual condición que nosotros" 1
(Santiago. 5:17), estimulan a sus hermanos.

E.- REQUISITOS DEL EDUCADOR CRISTIANO:

Juan Antonio Vázquez Corado5 basado en
Isaías 50:4-5 "El Señor Dios me ha dado lengua de
discípulo, para que yo sepa sostener con una palabra al
fatigado. Mañana tras mañana despierta, despierta
mi oído para
escuchar como los discípulos. El Señor Dios me ha
abierto el oído; y no fui desobediente, ni me volví
atrás"1, expone que el educador cristiano (predicador,
maestro o evangelista) debe tener presente los siguientes
requisitos básicos:

1.- "Mañana tras mañana me despierta":
nos habla de estos aspectos:

a.- Al inicio de cada día nuestro oído
debe estar despierto y dispuesto para escuchar La Palabra de
Dios: Como hijos de Dios, durante ese tiempo es fundamental
recibir la enseñanza y el alimento de la leche
espiritual no adulterada de La Palabra (1 P. 2:2), para crecer
adecuadamente en el evangelio.

El cristiano que desea enseñar La Palabra de
Dios, debe comprender que en el principio de su vida cristiana
necesita ser instruido, no precisamente para enseñar, sino
para ser edificado y alimentado.

b.- El cristiano siempre necesita escuchar y aprender de
La Palabra de Dios, para vivirla y enseñarla. Pero hay
quienes consideran que después de determinado tiempo de
recibir alguna instrucción o determinados cursos
bíblicos o teológicos, ya no necesitan aprender
nada; tristemente con esa actitud,
efectivamente dejan de aprender.

2.- Despierta mi oído para escuchar como los
discípulos
", las palabras despertar, escuchar y
discípulos se refieren a:

a.- El Señor despierta nuestros oídos para
"escuchar"; o sea, dar atención a lo que se oye, dar oídos,
atender al aviso, consejo o sugerencia. La importancia de esto
radica en que hay personas que no escuchan la enseñanza o
el consejo de La Palabra de Dios, sino que únicamente la
oyen, y no la atienden ni la retienen.

La persona que desea enseñar primero debe ser
discípulo para aprender, entender y comprender doctrina.
Debe aprender a interpretar La Biblia y no confundir los pasajes,
tiempos, personajes y contextos bíblicos.

Alguien puede saberse de memoria La
Biblia, pero no necesariamente sabe interpretarla. Esto lo vemos
en los escribas, quienes sabían de memoria la ley; sin
embargo, no pudieron interpretarla y para reconocer que
Jesucristo era el Mesías.

b.- Discípulo, en el Nuevo Testamento, se traduce
del griego "mathetes" y significa: aprendiz y alumno. Es el
masculino del nombre mathano que significa "entender". En el
Nuevo Testamento significa un ad hiriente que acepta las
instrucciones que le son dadas y las hace su regla de conducta.

El discípulo se caracteriza porque tiene maestro,
entiende, es aprendiz y alumno, veamos algunas
definiciones:

Alumno: Discípulo, respecto de su maestro, de la
materia que
está aprendiendo o de la escuela, colegio
o universidad donde
estudia. Persona criada o educada desde su niñez por
alguno, respecto de este.

Aprendiz: Persona que aprende algún arte u oficio.
Persona que, a efectos laborales, se halla en el primer grado de
una profesión manual, antes de
pasar a oficial.

3.- El Señor Dios me ha abierto el
oído:

En Marcos 7:31-35 encontramos un ejemplo que nos explica
porqué es necesario que el Señor abra nuestros
oídos para escuchar como los discípulos, pues
muestra que la consecuencia de abrirle los oídos al sordo
y tartamudo, fue que desapareció el impedimento de su
lengua y "hablaba con claridad".

¿Cuanta necesidad tenemos de que el Señor
abra nuestros oídos?

a.- En primer lugar, para escuchar y comprender el
significado de su Palabra.

b.-Para hablar con claridad, es decir, enseñar
con claridad y correctamente, sin confundir a los que escuchan (2
Timoteo 2:15). Veamos otra traducción del verso de Marcos 7:35: "Se
abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la
atadura de su lengua y hablaba correctamente".

La consecuencia de abrir los oídos es la
liberación de la lengua para enseñar correctamente,
expeditamente y bien.

4.- No fui desobediente, ni me volví
atrás:

Según Juan Antonio Vásquez, el Diccionario
The Complete Word Study
Bible & Reference, define la palabra discípulo como un
ad hiriente que acepta las instrucciones que le son dadas y las
hace su regla de conducta; es decir, que bíblicamente un
requisito que se debe cumplir para que la persona sea apta para
enseñar correctamente es la obediencia. El cristiano que
no ha sido discípulo y obediente, su enseñanza
será sin sentido, es decir como un símbalo que
retiñe (1 Corintios 31:1), que difícilmente
podrá presentar defensa razonable de su fe en Cristo
Jesús (1 Pedro. 3:15), y difícilmente tendrá
el respaldo de Dios.

5.- Ser capacitado para
enseñar:

No todos tienen la capacidad para enseñar o
predicar, esto lo vemos cuado el apóstol Pablo le da a
Timoteo la siguiente recomendación: "Y lo que has
oído de mí en la presencia de muchos testigos, eso
encarga a hombres fieles que sean idóneos para
enseñar también a otros". (2 Ti. 2:2;
LBLA).

A pesar de que no todos tienen la capacidad para
enseñar, es hermoso saber que nuestro bendito Dios nos
proporciona la esperanza de que por medio de la sangre de su Hijo
Jesús somos hechos aptos para toda buena obra, incluyendo
enseñar (Hebreos 13:20-21; RV 1960).

6.- Dominar lo que se enseña:

Esteban es un claro ejemplo de quien domina el tema que
transmite, de manera que puede explicar correctamente cada punto
que expone. Ante la acusación que le hacían dio una
gran exposición. "Le hemos oído hablar palabras
blasfemas contra Moisés y contra Dios… Este hombre
no deja de hablar palabras contra este santo lugar y contra la
ley. Porque le hemos oído decir que ese Jesús de
Nazaret destruirá este lugar y cambiará las
costumbres que Moisés nos dejó" (Hechos 6:11;
13-14; RVA).

Inició su discurso desde
que el Señor se manifestó a Abraham en Mesopotamia.
Describió el llamamiento de Moisés; la salida de
Israel de
Egipto; los 40
años de Israel en el desierto; la dureza del
corazón del pueblo; la muerte de
los profetas y llegó hasta la muerte del
Señor (Hechos 7:2-53 RVA).

7.- Todos los requisitos que reúne
Jesús
. Ver Capítulo V, inciso B.-

F.- EL AUDITORIO Y SUS NECESIDADES:

José M. Martínez2 continúa
diciendo: el predicador es un intermediario entre Dios y los
oyentes en lo que a comunicación de La Palabra de Dios se
refiere. Por tal razón, debe conocer a Dios y vivir lo
más cerca posible de El; pero tiene asimismo que conocer a
los hombres y vivir próximo a ellos. Ha de ser fiel a su
Señor y, por amor a El, amar a quienes le escuchan, con
una preocupación sincera por su
situación.

Ante sí tiene hombres y mujeres con sus
inquietudes, sus dudas, sus deseos nobles, sus debilidades, sus
luchas, sus avances espirituales, sus pecados, sus
alegrías, sus temores. De alguna manera, el predicador ha
de penetrar en ese mundo interior de cada oyente e iluminarlo,
purificarlo y robustecerlo con La Palabra de Dios. No puede
conformarse con pronunciar palabras piadosas que se pierdan en el
vacío porque su contenido es de nulo interés para
quienes escuchan.

Nada hay más estéril, ni más
aburrido, que una predicación descarnada, insensible al
pensar y el sentir del auditorio. Hemos de preocuparnos por
presentar un mensaje relevante para el hombre de
hoy, que le diga y le dé algo importante en el plano
existencial.

Al pensar en el hombre, hemos de pensar en la totalidad
de su ser y de su circunstancia. La Palabra de Dios no va
dirigida únicamente al espíritu; no tiene por
objeto solamente movernos a la adoración o fortalecer
nuestra fe. Menos aún, elevarnos a una comunión con
Dios que nos haga indiferentes a nuestros compromisos, nuestras
necesidades, nuestras relaciones o nuestros problemas
temporales.

Es necesario desterrar falsos espiritualismos y ver
desde el púlpito a seres de carne y hueso. Aun el
creyente, ciudadano del reino de los cielos, vive en el mundo
bajo toda clase de
influencias culturales, religiosas, políticas,
sociales. No puede salir de ese marco. Ni es llamado a hacerlo.
Pero en él se hallará infinidad de veces con
situaciones en las que no verá con claridad cómo
actuar cristianamente. Es entonces cuando una predicación
encarnada, en la que La Palabra de Dios responde a preguntas,
aclara dudas y proporciona estímulos en el orden
existencial, constituye una bendición inestimable por
convertirse en palabra redentora.

Por medio de la predicación, el atribulado ha de
recibir consuelo; el que se halla en la perplejidad, luz; el rebelde,
amonestación; el penitente, promesas de perdón; el
caído, perspectivas de levantamiento y
restauración; el fatigado, descanso y fuerzas nuevas; el
frustrado, esperanza; el inconverso, la palabra cautivadora de
Cristo; el santo, el mensaje para crecer en la
santificación. En fin, el púlpito ha de ser la
puerta de la gran despensa divina de la cual se sacan las
provisiones necesarias para suplir las necesidades espirituales
de los oyentes.

G.- LA NECESIDAD DE UN
PROPÓSITO:

No es suficiente que el predicador, al subir al
púlpito, tenga algo que decir a sus oyentes. Es necesario
que su sermón tenga un objetivo concreto. Ha
de aspirar a unos resultados.

El contenido del mensaje no sólo ha de iluminar
la mente y remover los sentimientos; ha de mover la voluntad.
Toda predicación debiera llevar a quienes escuchan a tomar
algún tipo de decisión, ya sea la
conversión, la confesión íntima a Dios de un
pecado, la renuncia a alguna práctica impropia de un
cristiano, el desechamiento de un temor, una entrega plena a la
voluntad de Dios, la resolución de iniciar la
reconciliación con un hermano enemistado, la
determinación de empezar las actividades de cada
día dedicando unos minutos a la lectura de
La Biblia y la oración, la de ofrecerse seriamente para
algún tipo de servicio
cristiano, la de evangelizar con mayor celo, la de mantener
contactos de comunión cristiana con las personas que
más la necesitan, entre otros.

Sólo cuando se han producido resultados de esta
naturaleza en
los oyentes puede decirse que la semilla de la predicación
ha germinado. Por supuesto, la nueva planta debe cuidarse
después mediante la acción pastoral de la iglesia;
pero ya puede considerarse un éxito
inicial que la semilla no cayera junto al camino y fuera robada
por Satanás; o en pedregales que por no tener raíz
en sí, cuando viene la tribulación tropiezan; o
entre espinos, que los engaños de este siglo y el
engaño de las riquezas la ahogan (Marcos 4:13-20; RV
1960).

Es verdad que no en todos los casos la
predicación, aunque esté presidida por un
propósito concreto, logra su finalidad. Siempre hay
oídos y corazones invulnerables a los dardos más
directos de La Palabra. También es verdad que el
Espíritu Santo puede alcanzar fines que el predicador no
se había propuesto. Pero nada de esto justifica que cuando
el predicador se embarca en su sermón no tenga idea del
puerto al cual se dirige. Sin una meta precisa para cada mensaje,
todo el esmero en la exégesis, toda la habilidad
homilética y todos los recursos de la
oratoria
serán poco menos que inútiles. Un sermón no
debe ser jamás una mera obra de arte. No ha de llegar a
oídos del auditorio como una bella sinfonía, sino
como lo que se espera que sea: voz de Dios que habla a los
hombres y los insta a las decisiones más
trascendentales.

El ministerio de la predicación es glorioso, pero
entraña una responsabilidad imponente. Es fuente de gozo,
pero también de grandes tensiones. Su práctica
eleva y humilla. Más detrás de ese ministerio
está Dios. El es quien dice a cada uno de sus mensajeros:
"He aquí he puesto mis palabras en tu boca"
(Jeremías 1:9 RV 1960) y quien infunde aliento para la
realización de una misión tan
singular, (Jeremías 1:17).

Del predicador se espera fidelidad y diligencia. Como en
el caso de los profetas, su tarea viene determinada por dos
palabras: impresión y expresión. La primera indica
la operación del Espíritu y de La Palabra en el
predicador; la segunda, la acción del Espíritu y de
La Palabra a través de él. En la expresión
se combinan el elemento divino y el humano, la unción de
lo alto y la homilética.

H.- ¿CUNÁNDO UN PREDICADOR ES O NO
FRACASADO?

Muchos creen que sus enseñanzas no están
tocando a las personas y por eso se sienten fracasados. Otros por
el contrario creen que el tener una iglesia llena es el resultado
de que sus sermones son exitosos. Sin embargo La Biblia es la que
nos provee el criterio de lo que es el fracaso y el éxito.
Juan Chacón3, menciona que un predicador, NO ES
NECESARIAMENTE FRACASADO cuando vive las siguientes
experiencias:

1.- Cuando algunas personas abandonan su iglesia, (Juan
6:661) "Desde entonces, muchos de los que habían seguido a
Jesús lo dejaron, y ya no andaban con él.
Jesús no fracasó y se fueron de
él".

2.- Cuando son pocos los que se salvan, (2 Pedro 2:5; RV
1960) "Ni tampoco perdonó Dios al mundo antiguo, sino que
mandó el diluvio sobre aquellos hombres malos, y
salvó solamente a Noé, que predicó una vida
de rectitud, y a otras siete personas".

3.- Cuando los problemas aumentan, (2 Corintios 1:8; RV
1960) "Hermanos, queremos que sepan cuántas dificultades
tuvimos en la provincia de Asia. Fue una
prueba tan dura que ya no podíamos resistir más, y
hasta perdimos la esperanza de salir con vida".

4.- Cuando la compensación económica es
mínima, (Filipenses 4:11; RV 1960) "No lo digo porque yo
esté necesitado, pues he aprendido a contentarme con lo
que tengo".

Un predicador HA FRACASADO si ocurren los siguientes
efectos:

5.- Cuando compromete su predicación para halagar
a los oyentes, porque va a llegar el tiempo en que la gente no
soportará la sana enseñanza. "Mas bien,
según sus propios caprichos, se buscarán un
montón de maestros que solo les enseñen lo que
ellos quieran oír" 1 (2 Timoteo 4: 1-3)

6.- Cuando su predicación es débil y
vacilante, (1 Corintios. 14:8-9) "Y si la trompeta diere sonido incierto,
¿quién se preparará para la batalla?
Así también vosotros, si por la lengua no diereis
palabra bien comprensible, ¿cómo se
entenderá lo que decís? Porque hablaréis al
aire"
1

7.- Cuando su predicación carece de amor, (1
Corintios. 13:1) "Si yo hablase lenguas humanas y
angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que
resuena, o címbalo que retiñe" 1.

8.- Cuando su corazón no siente carga por las
almas, (Romanos. 9:3) "Porque deseara yo mismo ser anatema,
separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis
parientes según la carne" 1.

9.- Cuando su predicación no dirige a la gente
hacia Cristo, (Romanos 10:14) "¿Cómo, pues,
invocarán a aquel en el cual no han creído?
¿Y cómo creerán en aquel de quien no han
oído? ¿Y cómo oirán sin haber
quién les predique?".

10.- Cuando su predicación está mas
dirigida a parecer elocuente y atractiva que ser receptiva al
Espíritu Santo, (1 Corintios 2:4) "y ni mi palabra ni mi
predicación fue con palabras persuasivas de humana
sabiduría, sino con demostración del
Espíritu y de poder" 1.

11.- Cuando le da mas importancia a su paga que a la
fiel obediencia a Dios y al lugar donde el Señor lo ha
puesto, (1 Ti. 6:10-11) "Porque raíz de todos los males es
el amor al dinero, el
cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron
traspasados de muchos dolores. Mas tú, oh hombre de Dios,
huye de estas cosas, y sigue la justicia, la
piedad, la fe, clamor, la paciencia, la mansedumbre"
1.

Fundamentos de la
educación bíblica cristiana

El especialista cristiano en Pedagogía Rafael Serrano4 menciona cinco
fundamentos, a saber:

A.- LOS FINES DE LA ENSEÑANZA
CRISTIANA:

1.- La conversión del adulto no
creyente:

Jesucristo vino para que los seres humanos "tengan vida,
y la tengan en abundancia." (Juan 10:10). Se refiere a la vida
eterna en Cristo Jesús. Todo nuestro acercamiento al
adulto no creyente tiene por finalidad lograr que éste sea
salvo. En palabras del mismo Cristo: "El que crea y sea bautizado
será salvo"1 (Marcos 16:16).

La entrega a Jesucristo es un cambio radical
de la persona, tanto que en muchos textos bíblicos se lo
denomina "nacer de nuevo". Si nuestra enseñanza no
está planeada para que la gente crea y se bautice,
entonces no estamos haciendo nada.

2.- La edificación del
creyente:

El cambio radical del creyente que se produce en el
momento de la conversión toca principalmente con aquello
que lo separa de Dios. La labor del predicador o maestro
cristiano es ayudarle a la persona a ubicar qué es lo que
le está separando de Dios, qué es lo que le impide
tener una relación de santidad con Dios. Una vez ubicado
esto, la persona se arrepiente y se bautiza para el perdón
de los pecados. Por ejemplo, si lo que separaba a la persona de
Dios era el robo, la entrega a Jesucristo hace que la persona "no
robe más, sino que trabaje"1 (Efesios 4:28). Pero de
ahí en adelante el mensaje del evangelio tiene que inundar
todas las áreas de la vida de la persona, no sólo
aquellas que evidentemente le impedían recibir a
Cristo.

Los creyentes necesitan ser edificados espiritualmente
para que "arraigados y cimentados en amor, puedan comprender,
junto con todos los santos, cuán ancho y largo, alto y
profundo es el amor de Cristo; en fin, que conozcan ese amor que
sobrepasa nuestro conocimiento, para que sean llenos de la
plenitud de Dios."1 (Ef. 3:18,19).

Si fracasamos en edificar a los hermanos y hermanas de
la iglesia, la persona puede volver a antiguos pecados y llegar a
quedar en peor condición que antes de entregar su vida a
Cristo. Los líderes y maestros de las iglesias de Cristo
deben entender esto muy profundamente. Si los creyentes no son
mejores cristianos que cuando se convirtieron, si "no hay
progreso", entonces lo que sucede es que no existe una verdadera
enseñanza bíblica cristiana en la
iglesia.

3.- La preparación del niño para la
conversión:

Eso de que "niños
son el futuro de la iglesia" aparte de ser una frase muy
trillada, es completamente cierto. Dios quiere que los
niños sean criados "según la disciplina e
instrucción del Señor" (Ef. 6:4b). Uno de los
requisitos para ser anciano líder
(pastor) de la iglesia es que "sus hijos deben ser creyentes"1
(Tito 1:6). Todas las clases y actividades que la iglesia
desarrolle con los niños deben ir directa o indirectamente
relacionadas con ese fin: prepararlos para la
conversión.

Si los niños y adolescentes,
no entregan sus vidas a Jesucristo a su debido tiempo, se deben
estar enseñando muchas cosas en las clases que la iglesia
les imparte. Pero hay algo que no se les está
enseñando: La Palabra de Dios.

B.- QUÉ ES ENSEÑAR DESDE EL PUNTO DE
VISTA CRISTIANO:

Ser cristiano es un encuentro personal con
Dios, una relación, una experiencia. Consecuentemente,
enseñar desde el punto de vista cristiano consiste en
lograr que la persona tenga una relación personal con Dios
y la mantenga toda su vida.

Para poder tener un encuentro personal con Dios la
persona debe tener fe. Parafraseando, la fe le llega a la persona
"como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye
es La Palabra de Cristo" (Romanos 10:17). A nosotros nos
corresponde enseñar el mensaje de Cristo no sólo
para que la persona se haga cristiana, como acabamos de ver, sino
también para que se mantenga cristiana. A los que ya son
cristianos se les pide que vivan "asidos de la palabra de vida"
(Fil. 2:16). En esto, el papel de la enseñanza cristiana
es claro: "Que La Palabra de Cristo more en abundancia en
vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a
otros en toda sabiduría."1 (Col. 3:16).

Un problema de muchas iglesias es que muchos de nosotros
creemos que enseñar es verbalizar, es decir que la persona
diga en sus propias palabras lo que La Biblia enseña.
Luchamos por todos los medios para alcanzar ese logro. Pero en
realidad que la persona sepa en su mente una enseñanza
bíblica y pueda decirla claramente en sus propias palabras
no es suficiente. El cristianismo
no es tan sólo una manera de pensar, sino más que
eso, una manera de vivir. Mucha gente conoce y expresa
verbalmente muy bien los principios
bíblicos, pero no los vive. Jesucristo identificó
claramente ese problema en los fariseos que él tanto
reprobó (ver Mateo 23:1-4). Lograr que una persona conozca
La Palabra de Cristo y la exprese con claridad en sus propias
palabras es algo muy grande, pero no es suficiente. La Palabra
misma, si se dice creyéndola y declarándola en
ella, se encarnará en ella y vendrá el
cambio.

Otro problema es que muchos de nosotros creemos que
aunque no es suficiente conseguir que una persona conozca La
Palabra de Dios y la exprese en sus propias palabras, pensamos
que la solución es que además de eso, la persona
muestre entusiasmo por lo que ha aprendido. Pero eso tampoco es
suficiente: el cristianismo no es tan solo un estado de
ánimo pasajero, es una manera de vivir. Hay gente que la
"pasa muy bien" en su relación con La Palabra de Dios,
muestra entusiasmo con la enseñanza, pero no practica la
enseñanza. Conocer y decir con sus propias palabras los
principios bíblicos no es suficiente. Tampoco es
suficiente que la persona "se entusiasme" con La Palabra de
Dios.

Sí, es superimportante que la persona conozca La
Palabra de Dios, la exprese en sus propias palabras y se
entusiasme con ella. Pero no puede quedarse ahí. Hemos
realmente enseñado cuando la persona cambia su vida y vive
una experiencia permanente con Dios, una relación personal
con Dios. Y está claro que eso no lo logramos nosotros,
sino el Espíritu Santo. Por eso, es necesario invocar su
ayuda cada vez que vamos a enseñarla.

Entonces, desde el punto de vista cristiano hemos
realmente enseñado cuando al enseñar La Palabra de
Dios la persona logra todo esto completamente:

1.- Conoce La Palabra de Dios.

2.- Expresa en sus propias palabras La Palabra de
Dios

3.- Se entusiasma con La Palabra de Dios

4.- Logra una experiencia personal con Dios.

5.- Practica La Palabra de Dios.

Lo anterior se puede dar casi simultáneamente, si
Dios quiere. Eso pasa en muchos casos en que la gente llega a
rendir sus vidas a Cristo. Pero, como podemos ver en el cuadro
anterior, parece darse generalmente un proceso de
enseñanza – aprendizaje.
Veamos tal proceso.

C.- EL PROCESO DE ENSEÑANZA –
APRENDIZAJE:

Dios hizo al ser humano. Nosotros debemos aprender
cómo es que funciona el cuerpo del ser humano para poder
ayudarle cuando está enfermo. Eso es tarea de la medicina.

Si queremos aprender cómo es que el ser humano
aprende, eso es tarea de la pedagogía. La pedagogía
nos dice que el aprendizaje es
un proceso. Por eso hablamos del proceso de enseñanza
– aprendizaje.

1.- Conocer la palabra de Dios:

Es importante tener claro que todo empieza con este
paso. La gente tiene que entrar en contacto con la palabra de
Dios. Romanos 10:14 dice: "Ahora bien, ¿cómo
oirán a aquel en quien no han creído? ¿Y
cómo creerán en aquel de quien no han oído?
¿Y cómo oirán si no hay quien les predique?
¿Y quién predicará sin ser enviado?
Así está escrito "¡Qué hermoso es
recibir al mensajero que trae buenas nuevas!"1. Debe haber
alguien que enseñe la palabra de Dios y otro que reciba la
enseñanza.

2.- Comprender La Palabra de Dios:

Comprender La Palabra de Dios quiere decir que sabemos
lo que ella significa para nuestra vida diaria. Cuando impartimos
una enseñanza bíblica, el alumno debe comprender
qué significa esa enseñanza para su propia vida
individual. Una manera en que podemos ver que el alumno comprende
La Palabra de Dios es cuando él puede explicarnos con sus
propias palabras la enseñanza bíblica que se le ha
dado. El alumno puede expresar esa comprensión por medio
de decir qué entendió, o por medio de construir un
instrumento en el que muestre su comprensión. Ese
instrumento dependerá de las capacidades del alumno: puede
expresar oralmente lo que entendió de la enseñanza,
o hacer dibujo, o un
cuadro sinóptico, o un ensayo, o
participar en un debate, o
crear un trabajo
manual, o crear y participar en un drama o representación
teatral, o un socio-drama, etc.

3.- Convencerse de que La Palabra de Dios es lo
mejor:

El alumno debe tener una convicción muy fuerte de
que La Palabra de Dios es lo mejor para su vida y para el mundo.
Su convicción en la verdad de La Palabra de Dios debe
llegar hasta el extremo de estar dispuesto a guiar su vida por
ella. Su fe en los principios bíblicos debe hacer que La
Palabra de Dios sea su norma de creencia y de conducta. Un
discípulo de Cristo está plenamente convencido de
que su vida debe vivirse haciendo la voluntad de Dios tal como se
muestra en La Biblia. El convencimiento incluye el hecho de que
los principios bíblicos deben obedecerse en todos los
campos de nuestra vida y con una actitud de alabanza y
entusiasmo. Cuando se tropiece con alguna dificultad, el
verdadero discípulo no desmaya, sino con toda
convicción dice como Pablo: "Sé en quien he
creído y estoy seguro"1 (2
Timoteo 1:12b).

4.- Experimentar La Palabra De Dios:

He aquí el último paso del proceso
enseñanza – aprendizaje sin el cual no podemos decir
que realmente se ha enseñado. Cuando el alumno comienza a
vivir de acuerdo con lo que se le ha enseñado de La
Palabra de Dios, entonces podemos decir que la ha aprendido. Eso
debe hacerse con todo principio bíblico que se le
presente: vivir de acuerdo a ese principio. Eso y no la
verbalización es lo que hará cambiar al mundo. El
que verdaderamente ha aprendido La Palabra de Dios, cambia su
forma de vida pues ella "es viva y eficaz, y más cortante
que toda espada de dos filos; penetra hasta partir el alma y del
espíritu, las coyunturas y los tuétanos y discierne
los pensamientos y las intenciones del corazón"1.
(Hebreos. 4:12). Nadie puede ser el mismo después de una
experiencia así. Lo demás, es
palabrería.

D.- FACTORES QUE AFECTAN EL PROCESO DE
ENSEÑANZA–APRENDIZAJE:

Dentro del proceso de enseñanza –
aprendizaje de la palabra de Dios hay factores que afectan para
bien o para mal ese proceso. La mayoría de educadores
están de acuerdo en ubicar esos factores en el maestro, en
el alumno y en el contexto del aprendizaje.

1.- El Maestro:

a.- La
personalidad del maestro:

Es un factor clave que el maestro tenga una personalidad
cristiana. Empezando porque debe ser un creyente. Puesto que la
enseñanza cristiana consiste en un encuentro personal con
Dios, quien no lo haya experimentado no puede enseñar lo
que a él mismo no le ha ocurrido. Nadie puede
enseñar lo que no conoce.

El señor Jesucristo es el modelo del maestro, a
Él se le llama "el Divino Maestro". Su personalidad atrajo
multitudes. El carácter de Jesús era "humilde de
corazón" (Mateo 11:29), y al mismo tiempo la gente se
admiraba "porque les enseñaba como quien tenía
autoridad, y no como los escribas" (Mateo 7:29). "La gente
venía a escuchar su enseñanza y le traían
sus hijos para que orara por ellos"1 (Mateo 19:13).

b.- La actitud del maestro hacia La
Biblia:

Jesucristo tenía en alta estima La Biblia. En sus
discusiones con los líderes judíos
les decía: "Erráis, ignorando Las Escrituras y el
poder de Dios" (Mateo 22:29). Y también anda muy
equivocado aquel maestro que desconozca hoy en día la
enseñanza de La Biblia y tenga una actitud de menosprecio
hacia ella o que base sus enseñanzas en algo diferente a
La Palabra de Dios. El problema de los enemigos de Jesús
era que en realidad no le enseñaban a la gente La Palabra
de Dios sino sus propias ideas y por eso Jesús les dijo:
"En vano me honran; enseñando como doctrinas, mandamientos
de hombres" Mateo 15:9).

c.- La actitud del maestro hacia el
alumno:

Jesucristo amaba a la gente y eso le motivaba a
enseñar. La Biblia nos dice que "al ver a las multitudes
tuvo compasión de ellas"1 (Mateo 9:36). Una actitud de
menosprecio o de temor hacia los alumnos es un factor que afecta
el proceso de enseñanza – aprendizaje de una manera
tal que lo puede bloquear. El maestro(a) cristiano(a) debe tener
en alta estima a sus alumnos, amarlos, tomarlo en cuenta y creer
que ellos pueden culminar el proceso con éxito.

d.- La actitud del maestro hacia la
enseñanza:

El nombre más común para referirse a
Jesucristo en los evangelios es el de "maestro". Jesús
creía en la enseñanza. Un maestro que no crea en la
enseñanza no llega a nada con su actividad. El maestro
debe creer tanto en la enseñanza que él mismo debe
ser un alumno. Ser maestro es considerado en el Nuevo Testamento
como un don de Dios (Ef. 4:11).

2.- El Alumno

a.- La actitud del alumno hacia La Palabra de
Dios:

Los primeros discípulos estaban ávidos de
la enseñanza de Jesucristo, le decían:
"Señor, enséñanos…" 1 (Lucas 11:1b). El
maestro debe tratar de despertar el interés de los alumnos
hacia La Palabra de Dios para que el proceso pueda darse con
efectividad. Es importante que el maestro conozca cuál es
la actitud del alumno hacia La Palabra de Dios y hacia la iglesia
donde es enseñado.

b.- La actitud del alumno hacia sí
mismo:

Una actitud de baja autoestima, de
que "La Palabra de Dios no es para mí" puede ser fatal
para el éxito del proceso de
enseñanza–aprendizaje. Lo hermoso de la
enseñanza cristiana es que no importa lo que uno piense de
sí mismo, La Biblia trae mensaje para uno. El maestro debe
mostrarle eso al alumno para que tenga un adecuado concepto de
sí mismo y eso favorezca el aprendizaje.

c.- La actitud del alumno hacia el
maestro:

Si el alumno no confía en su maestro, es
difícil que aprenda. Se necesita cambiar el concepto del
alumno hacia el maestro ya sea por medio de que el maestro
muestre un verdadero testimonio o por medio de que el alumno
venza prejuicios.

3.- El contexto de aprendizaje:

El contexto de aprendizaje tiene que ver con el lugar y
el ambiente donde
se imparte la enseñanza. Es importante que el ambiente sea
amistoso, acogedor, agradable, abierto al diálogo.
El lugar debe ser lo más cómodo posible y el
número de alumnos manejable.

4.- La enseñanza y su relación con el
aprendizaje.

Como indica Juan Antonio Vásquez Corado5,
"enseña" se traduce del griego "didásko" que es una
palabra prolongada de un verbo primario "dao" que es aprender.
Aprendizaje "es un cambio relativamente permanente en la conducta
que cabe explicar en términos de experiencia o
práctica". Es "adquisición de una nueva conducta en
un individuo a
consecuencia de su interacción con el medio
externo".

De los conceptos anteriores comprendemos que
"didaskalía" es la relación que existe en la
enseñanza y el aprendizaje; en otras palabras, la
evidencia de que se enseña efectivamente, es que los
oyentes comprenden la explicación de La Palabra de Dios, y
como consecuencia su vida es cambiada.

E.- EL CAMBIO DE ACTITUDES:

Para poder tener éxito en el proceso de
enseñanza–aprendizaje de La Palabra de Dios, es
necesario que se den una serie de cambios en las actitudes de
todos los que están envueltos en el proceso. Esos cambios
se dan en el momento de que alguien se hace cristiano, a
través del cambio en los conceptos y a través de
experiencias. Esos cambios los puede experimentar tanto el
maestro como los alumnos.

1.- Cambio de actitudes a través de la
conversión:

Por conversión entendemos la experiencia que vive
alguien al hacerse cristiano. Jesús dijo "El que creyere y
fuera bautizado será salvo" (Marcos 16:16). Tras esa frase
hay muchas implicaciones: El que cree se arrepiente de su mala
vida, está dispuesto a declarar públicamente su fe
en Cristo y se bautiza de buena voluntad para el perdón de
los pecados y recibir al Espíritu Santo (Hechos 2:38).
Así que una persona que crea y se bautice (en ese orden,
pues nadie puede cambiar el orden divino) es cristiana, se ha
convertido en cristiano (a). No hay otra manera de salvarse sino
como dice Jesucristo "Porque hay un solo Dios, y un solo mediador
entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre"1 (1 de Timoteo
2:5).

2.- ¿Qué pasa en una persona cuando
llega a Jesucristo?:

a.- La persona es salva:

Eso quiere decir que todos sus pecados han sido
perdonados (Hechos 2:38) y que ha recibido una nueva naturaleza.
Es como si naciera de nuevo (Juan 3:3). Es como si fuera otra
persona, una nueva creación (2 Corintios 5:17). Ahora
somos "hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para
buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano para que
anduviésemos en ellas"1 (Efesios 2:10)

b.- La persona despierta un profundo deseo de seguir
la voluntad de Dios:

Partes: 1, 2, 3, 4
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